Las actividades deportivas pueden promover a los adolescentes a tres niveles complementarios:
- A nivel individual y en la experiencia del propio cuerpo;
- A nivel grupal y en el sentimiento de pertenecer a un grupo;
- A nivel del entorno social de los jóvenes.
- A nivel grupal, el deporte puede contribuir al desarrollo de confianza entre los pares.
El joven debe ser capaz de confiar en los otros, experimentar un sentido de comunidad y conocer suposición dentro del grupo. En los deportes de equipo se fomenta también, además de la confianza, la responsabilidad para con uno mismo y con los otros. Dentro del grupo se desarrollan reglas, y los jóvenes se familiarizan con alternativas a la violencia, la injusticia y la exclusión que con mucha frecuencia experimentan en su entorno social inmediato. Aprenden a entablar relaciones leales que incluyen el respeto a la propia salud y a la de los demás. En la atmósfera desconfianza del grupo deportivo resulta más fácil traer a colación y discutir los temas delicados de la SSR y los aspectos corporales de la vida. En las actividades deportivas con adolescentes, el líder del grupo actúa a menudo de modelo de rol –una situación propicia para plantear ciertas cuestiones de SSR y ofrecer a los jóvenes modelos positivos con los que puedan identificarse. Finalmente, el entorno social de los jóvenes también pueden ser integrado directamente en el trabajo organizando eventos públicos o torneos especiales.
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